Situado entre Atlántico y Mediterráneo, dominado por la cadena del Atlas que culmina a más de 4000 metros al sur, en el desierto. Tierra donde se exponen los caprichos de la naturaleza, colores, relieves, paisajes múltiples y también paleta humana revelando contrastes que atrapan para siempre.
Marruecos ofrece la posibilidad de cambiar de clima en pocas horas: de las cumbres nevadas al desierto a la playa. La media de sol anual es superior a ocho horas al día en Agadir, Fes, Marrakech y Ouarzazate, con una temperatura media de 21º. Marruecos ha optado por el desarrollo del turismo y ofrece grandes oportunidades para los inversores nacionales como internacionales.
Marruecos pertenece a la vez al entorno oceánico, al mundo mediterráneo y al territorio sahariano. Sólo un estrecho de 14 kilómetros le separa de Europa. Por ello, constituye un cruce de caminos entre Oriente y Occidente. El futuro es particularmente interesante para las empresas españolas. El estado ha animado el desarrollo de esta actividad incentivando el surgimiento de una verdadera industria turística y siendo un sector prioritario de la economía nacional. Marruecos colocó la atracción de inversores en el centro de su estrategia económica. Este proceso pretende convertir a los inversores extranjeros en auténticos socios privilegiados para el desarrollo del país. Por eso, a lo largo de estos quince últimos años, el Reino de Marruecos realizó una serie de reformas con el fin de favorecer su apertura en el mercado internacional. Como prueba del interés suscitado por el país, el flujo de inversiones directas extranjeras (IDE) procedente de los países árabes creció considerablemente en estos últimos años.